lunes, 13 de mayo de 2013

lobo 6...

“Lobo 6

Las ascuas vivas de la chimenea se retorcían sobre un remolino de aire que avivaban la intensidad de los jadeos que ambos se provocaban en el sofoco de cubrirse entre uñas y saliva cada trozo de piel necesitada. El tacto sensual de sus caricias acercaba más sus vetas húmedas a un cataclismo erótico de éxtasis directo. Andar jugando entre los márgenes en el arte de no caer pronto al abismo impaciente de satisfacción, es un juego que solo se realiza cuando lo conoces y dominas. Ellos lo sentían... Gotas de sudor, ríos de calor apretando las carnes dormidas, atravesar en un bote las montañas para llegar a la gruta que protegen y vigilan. La danza de las mareas agitan el agua llegando al faro que al calentarse su luz se alarga  entre la espesura de las paredes que te atrapan lo mismo que te acogen. Sus grandes manos apoyadas en sus senos no le dejan perder el equilibrio, mordiscos que enganchan los “labios”, dedos que se acurrucan en los espacios precisos y concretos, el baile esta listo, el baile esta dispuesto, la mortaja en la boca, liarse en una bola erógena de tango que EXPLOTA. Fricción suave, fricción rápida, fricción lenta, fricción en todos y cada uno de los anillos de saturno, revolcarse en la extenuación de una respiración acelerada anclando en dura lucha las amarras de su lujuria. Un instante de calma... las pupilas están de nuevo dilatadas reclamando un final merecido, provocándoles la excitación de todos sus sentidos. En un audaz movimiento la cogio en vilo montándola en su cabalgadura y la apretó entre sus fornidos brazos de lobo asesino para envestirla con toda su energía. Los delicados, en un principio, de sus gemidos se acrecentaban incontrolados en un crescendo orgásmico compartido. La luna se tiñe de rojo en el mismo instante que sus cuerpos se ofrecen el cáliz derramado en el ardor de sus juegos, caen abatidos sobre el suelo, se agolpan entre si como animales heridos que se cuidan lamiéndose el cuero sufrido, se recogen sobre el lecho al resplandor de las brasas del destino, el lobo se duerme, viajando en sueños de constelaciones perdidas entre catacumbas de paz con un silencio siniestro y sibilino. La amante le acaricia el lomo, sonríe de nuevo y antes de que un nuevo sol nazca en el horizonte de su boca nacen unos colmillos relucientes escondidos, sus pupilas se contraen hasta un punto desconcertante y muy lentamente se acerca a su cuello con la suavidad que solo una dama puede tener extrayendo esa sangre que necesariamente mata primero al cordero y después al lobo inocente.    



fin...

Zoca relatos...

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