jueves, 23 de mayo de 2013

Oeste.

Oeste...

Su pradera se extiende a lo largo de una gran planicie basta de piedras y cactus salvajes. El sombrero de paja agujereado que se asienta en su cabeza deja pasar los tímidos rayos de luz de un sol abrasador que llegan a sus cabellos, mientras impasible, otea el horizonte como si estuviera a la espera de algo por suceder. El ganado pastando en la explanada múgita sacudiendo sus testas para espantar las moscas que beben de sus ojos, mientras, la tranquilidad entre los desfiladeros se desenvuelve como una lacra de incertidumbre en las constantes vitales de un corazón enfurecido por el polvo que le provocó la estampida huidiza de su ciudad. "No existe nada más doloroso que sentir un abandono" piensa, "pudiéndose expresar de cualquiera de las múltiples formas conocidas o por experimentar". Las marcas tatuadas en su interior son como las huellas de arena sobre el desierto, variables y movedizas según como sople de fuerte el viento.
Apreta su cabalgadura y el caballo quejicoso comienza a moverse mientras una frase se cruza por su mente "es duro hacerse fuerte" y sonríe mientras a su espalda la tierra que los sostenía se disuelve volviéndose tan roja como la sangre que derramaria si fuera lo suficientemente valiente para haber acabado con su vida. Ahora ya sólo descarga su furia matando a las víboras que mitigan su ganado y que aún así, con la congoja concentrada en los ojos las da entierro con un arrepentimiento sobrecogido en lo más profundo de su alma. "Es difícil hacerse el malo cuando para ello hay que esforzarse para parecer serlo" Por eso a veces es quizás mejor desaparecer que perderse en si, a uno mismo...





 
                 Zoca...western...

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