Ci... ¡cling! by.zoca
La noche se estaba
volviendo espesa, tanto como el humo arremolinado en el interior de mis
arterias. Muchas fueron las cervezas que me vaciaron la cartera encontrando en
mi su cobijo. Los tres primeros pasos que me llevarían a la calle estaban
sujetos a las nuevas reglas de una gravedad en aumento. Todo estaba demasiado
pesado. La puerta del local se abrió con un agradable tintineo de campanas al
entrar por ella una muchedumbre de jóvenes dispuestos a reventar la noche, me
eche a un lado con el primer empujón y como ellos entraron yo me escabullí
siguiendo un túnel, el mismo, que me permitían ver mis ojos. Pronto en la
tranquilidad exterior, mi cabeza pudo gestionar esa lenta lluvia de ideas y
llegar a la conclusión de que no tenia nada de dinero para poder volver a casa.
Comencé a caminar hacia una dirección indeterminada intentando que con el paseo
se me pasara mareo.
El frió estaba cayendo tal como sugería aquella luna cortada
a cuchillo, mientras en cada bocanada de aire que exhalaba, una porción de alma
se evaporaba al perderse en una atmósfera de misterio.
by.zoca
Los pasos en la
oscuridad de una ciudad llena de callejones siempre sugieren cosas que uno no
quiere pensar cuando de pronto te invade la escena... ¡CLING! ¡CLING!
Un repentino sonido hizo eco por una de las callejuelas
colindantes, me imaginé por un momento que seria un ciclista atravesando la
bruma que exhalaban las alcantarillas en dirección a algún cruce peligroso, y
sin terminar de divagar volvió a suceder de nuevo... ¡CLING! ¡CLING! El timbré
sonó como si no se hubiera movido hacia ningún sitio y eso me pareció extraño. Me
acerque despacio en dirección a la proveniencia de aquel sonido. Mis sentidos
se acentuaron hasta donde pudieron teniendo en cuenta el estado en el que me
encontraba ¡CLING! ¡CLING! Sonó mucho más cerca y justo a la vuelta de una
calle tapiada, donde encontré una bicicleta apoyada bajo un farol intermitente
de una tenue luz amarillenta. Estaba sola y esto suscitaba el misterio porque
no había puerta alguna cercana y nadie se encontraba en las inmediaciones. Me
acerque contrariando todas mis alarmas internas y a los escalofríos que me
causaban la incipiente bruma en estado creciente. Miré detenidamente aquel
timbre metálico empapado por el rocío, observé a mí alrededor mientras acercaba
una temblorosa mano para apoyar uno de mis rígidos dedos en el gatillo y... ¡CLING! ¡CLING! El sonido reboto hasta
perderse tras las paredes de un eco difuso y contundente. Al rato de permanecer
allí y ver que no sucedía nada, pensé que esta bicicleta estaba para que yo
pudiera usarla y como tal hice lo propio. No pensé que aquello pudiera ser un
robo ni mucho menos, justifiqué el hecho a que los planetas se alinearon para
permitirme llegar pronto a casa.
Aquella bicicleta rechinaba como un grillo en busca de una
hembra. La bruma se espesaba y hacia difícil ver las calles por las que me
dirigía, mientras aquel aire se hacia denso como si de el se pudiera beber un
sorbo. Solo era capaz de percibir la confusión y el aturdimiento que se
concentraba en cada neurona flotante y ebria de mi cabeza, que no paraba de
mandarme señales inconclusas como latigazos de difuminada realidad y
misticismo. Pronto no podía visualizar más allá de dos metros por delante, las
farolas eran espejos de si mismas y renunciaban iluminar la calle. En el lapso
de un tiempo impreciso empecé a caer exhausto y tuve que parar la marcha. Me acerque
a trompicones a una de las esquinas con la esperanza de ver el nombre de la
calle, cuando sin querer una de mis extremidades
pulso de nuevo aquel dichoso timbre... ¡CLING! ¡CLING! al que le contesto un distante
sonido de campanillas que me resulto conocido. Sin dudarlo puse los pies en los pedales y como si se
tratara de un faro sonoro entre las tinieblas me encamine a su dirección,
inmediatamente di otro timbrazo tras él que replicó el sonido de la campanilla
mucho más cercano, pronto pude ver una luz tenue que se iba agrandando y
llegando a ella me encontré de nuevo a aquel garito del que hace ya un tiempo me
fui escapando. Me acerque a la puerta para poder mirar a través de sus cristales
comprobando que la jauría de juventudes ya se encontraba en su máxima
exaltación, miré un poco más al fondo y descubrí algo que me desconcertó más de
lo que pudiera esperar. Apoye la bicicleta en uno de los extremos de la fachada
y tras un replicante tintineo de campanas me introduje en el interior del local.
Atravesé las hordas que estaban vitoreando cánticos deportivos acercándome a una
de aquellas mesas en la que se encontraba alguien que me era conocido, mi
corazón parecía que iba a explotar de un momento a otro, respire una bocanada
grande de aire viciado y parándome a su lado apoye la mano sobre su hombro, cuando
se giró, me descubrí a mi mismo allí sentado. Con ipso facto comprendí que no había
ido a ningún sitio. Me levanté exaltado y más que desconcertado, cuando la
puerta se abrió de nuevo tras su peculiar tintineo y la replica de un ¡CLING! ¡CLING!
al fondo, de una bicicleta marchándose con alguien tras la espesa niebla iluminada
por aquella luna cortada a cuchillo.
by zoca.