domingo, 16 de noviembre de 2014

Ci... ¡cling!


 
Ci... ¡cling!    by.zoca



    La noche se estaba volviendo espesa, tanto como el humo arremolinado en el interior de mis arterias. Muchas fueron las cervezas que me vaciaron la cartera encontrando en mi su cobijo. Los tres primeros pasos que me llevarían a la calle estaban
sujetos a las nuevas reglas de una gravedad en aumento. Todo estaba demasiado pesado. La puerta del local se abrió con un agradable tintineo de campanas al entrar por ella una muchedumbre de jóvenes dispuestos a reventar la noche, me eche a un lado con el primer empujón y como ellos entraron yo me escabullí siguiendo un túnel, el mismo, que me permitían ver mis ojos. Pronto en la tranquilidad exterior, mi cabeza pudo gestionar esa lenta lluvia de ideas y llegar a la conclusión de que no tenia nada de dinero para poder volver a casa. Comencé a caminar hacia una dirección indeterminada intentando que con el paseo se me pasara mareo.

El frió estaba cayendo tal como sugería aquella luna cortada a cuchillo, mientras en cada bocanada de aire que exhalaba, una porción de alma se evaporaba al perderse en una atmósfera de misterio.
                                                                                                                                                        by.zoca
    Los pasos en la oscuridad de una ciudad llena de callejones siempre sugieren cosas que uno no quiere pensar cuando de pronto te invade la escena... ¡CLING! ¡CLING!

    Un repentino sonido hizo eco por una de las callejuelas colindantes, me imaginé por un momento que seria un ciclista atravesando la bruma que exhalaban las alcantarillas en dirección a algún cruce peligroso, y sin terminar de divagar volvió a suceder de nuevo... ¡CLING! ¡CLING! El timbré sonó como si no se hubiera movido hacia ningún sitio y eso me pareció extraño. Me acerque despacio en dirección a la proveniencia de aquel sonido. Mis sentidos se acentuaron hasta donde pudieron teniendo en cuenta el estado en el que me encontraba ¡CLING! ¡CLING! Sonó mucho más cerca y justo a la vuelta de una calle tapiada, donde encontré una bicicleta apoyada bajo un farol intermitente de una tenue luz amarillenta. Estaba sola y esto suscitaba el misterio porque no había puerta alguna cercana y nadie se encontraba en las inmediaciones. Me acerque contrariando todas mis alarmas internas y a los escalofríos que me causaban la incipiente bruma en estado creciente. Miré detenidamente aquel timbre metálico empapado por el rocío, observé a mí alrededor mientras acercaba una temblorosa mano para apoyar uno de mis rígidos dedos en el gatillo y...  ¡CLING! ¡CLING! El sonido reboto hasta perderse tras las paredes de un eco difuso y contundente. Al rato de permanecer allí y ver que no sucedía nada, pensé que esta bicicleta estaba para que yo pudiera usarla y como tal hice lo propio. No pensé que aquello pudiera ser un robo ni mucho menos, justifiqué el hecho a que los planetas se alinearon para permitirme llegar pronto a casa.
   Aquella bicicleta rechinaba como un grillo en busca de una hembra. La bruma se espesaba y hacia difícil ver las calles por las que me dirigía, mientras aquel aire se hacia denso como si de el se pudiera beber un sorbo. Solo era capaz de percibir la confusión y el aturdimiento que se concentraba en cada neurona flotante y ebria de mi cabeza, que no paraba de mandarme señales inconclusas como latigazos de difuminada realidad y misticismo. Pronto no podía visualizar más allá de dos metros por delante, las farolas eran espejos de si mismas y renunciaban iluminar la calle. En el lapso de un tiempo impreciso empecé a caer exhausto y tuve que parar la marcha. Me acerque a trompicones a una de las esquinas con la esperanza de ver el nombre de la calle, cuando  sin querer una de mis extremidades pulso de nuevo aquel dichoso timbre...   ¡CLING! ¡CLING! al que le contesto un distante sonido de campanillas que me resulto conocido. Sin dudarlo puse los pies en los pedales y como si se tratara de un faro sonoro entre las tinieblas me encamine a su dirección, inmediatamente di otro timbrazo tras él que replicó el sonido de la campanilla mucho más cercano, pronto pude ver una luz tenue que se iba agrandando y llegando a ella me encontré de nuevo a aquel garito del que hace ya un tiempo me fui escapando. Me acerque a la puerta para poder mirar a través de sus cristales comprobando que la jauría de juventudes ya se encontraba en su máxima exaltación, miré un poco más al fondo y descubrí algo que me desconcertó más de lo que pudiera esperar. Apoye la bicicleta en uno de los extremos de la fachada y tras un replicante tintineo de campanas me introduje en el interior del local. Atravesé las hordas que estaban vitoreando cánticos deportivos acercándome a una de aquellas mesas en la que se encontraba alguien que me era conocido, mi corazón parecía que iba a explotar de un momento a otro, respire una bocanada grande de aire viciado y parándome a su lado apoye la mano sobre su hombro, cuando se giró, me descubrí a mi mismo allí sentado. Con ipso facto comprendí que no había ido a ningún sitio. Me levanté exaltado y más que desconcertado, cuando la puerta se abrió de nuevo tras su peculiar tintineo y la replica de un ¡CLING! ¡CLING! al fondo, de una bicicleta marchándose con alguien tras la espesa niebla iluminada por aquella luna cortada a cuchillo.



by zoca.

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